jueves, 7 de junio de 2012

De 3 a 5:30 [Parte 5]

De esos días a la fecha han pasado pocas cosas, no se volvió a tocar el tema en ningún momento de manera personal, pero me rondó la idea poco menos de un año hasta que salimos de viaje los 4 nuevamente. 


Fuimos a casa de su novio-prometido-amigo mío, la famosa casa fuera de la ciudad en un plano de vacaciones de varios días, todo fue difícil puesto que no tenía dinero suficiente pero mi novia me pedía exigentemente que fuéramos a toda costa, fui de malas, odiándola bajo toda situación que ella me hiciera pasar, teníamos meses discutiendo cosas estúpidas a niveles que pensarían que son de vida o muerte. Llegamos y nos acogieron de forma impresionante, como siempre había sido. Estuvimos un par de días descansando, tomando, comiendo, haciendo lo que un buen oficinista promedio podía disfrutar al máximo, entonces fue cuando volcaron un par de situaciones fatales para los dos, fatales por las situaciones en las que nos encontramos actualmente.

La primera fue un tanto cursi para mis estándares.
Llegó la noche, helada como suele ser, húmeda y llena de energía, casi siempre los días los ocupábamos en nadar, comer, tomar y dormir, nada en exceso, solo para el rato; ya oscuro, acostumbrábamos a juntarnos en las mesas del jardín, tomar alguna botella de ron barato, platicar trivialidades y reír fuertemente con tan banales pláticas, y fue justo así como empezó todo. Estaba en un camastro, acostado, derrumbado de cansancio con 3 o 4 tragos encima, por lo que decidí ponerme una gran cobija encima y cubrirme de esa brisa húmeda y helada después del día con sol abrazador, ella y yo ya habíamos cruzado miradas, de esas que sabes que significan algo pero no sabes qué, total que fue a acostarse conmigo, su novio, no celoso, no emitió ninguna gesticulación, mi novia, celosa, me miraba con unos ojos que pocos infiernos pueden contener. Nos tapamos, apretados, bajo la misma cobija, aunque no lo quería, tuve que poner un brazo, el derecho, al rededor de su cuerpo para que pudiéramos acoplarnos al poco espacio que teníamos en el camastro. Fatalmente mi cadera se pegaba a sus muslos, ya lo había descrito, tiene una figura que derrite cualquier témpano que se le acerque a pocos metros; comencé a tener una penosa erección solo de recordar la delicia que era tenerla desnuda acostada a mi lado, creo que no lo notó, alejé lo más que pude mi cadera para que no se diera cuenta. Estuve así, entre ese juego mental individual, casi una hora, cuando ella empezó a acariciarme la mano por debajo de la cobija, ese acto me distrajo completamente de mis pensamientos que derramaban lujuria sobre todo el jardín, en cambio, fue algo radical, toda su ternura concentrada en una sola caricia, subía y bajaba su tersa tez sobre mis nudillos ásperos, luego, siguió por toda la palma de mi mano, entrelazábamos los dedos, nos apretábamos de las muñecas, jugábamos con las uñas, todo eso debajo de la cobija que salvaba mi vida. Después de eso, de darme cuenta que me encontraba a miles y millones de kilómetros sobre el nivel de la tierra, decidí no dejarme llevar más por el momento, corté toda simulación de cariño y súbitamente decidí irme a dormir, sabía que me iba a ir solo, es lo que quería, me sentía mal de saber que esa ternura estaba siendo momentánea, la quería de tajo conmigo, esa noche y para toda la vida. Amargamente me despedí y subí hacía mi cuarto en donde me recosté al revés, es decir, con mi cara hacia la parte donde ella pondría la cabeza para dormir. La quería escuchar dormir.


La segunda, no fue tan cursi, no tanto como reveladora o impactante para ella.
Sorpresa fue que cuando yo me encontraba acostado, pensando en lo que había pasado abajo, dónde me había dejado y todo lo que estaba pasando -además de que esos pensamientos también me llevaron a tener una condición sexual muy activa- entró ella al cuarto, alegando que también tenía sueño y quería dormir. El cuarto, compartido con otras cinco personas más dormitando profundamente, se cimbró de silencio, los dos acostados y viéndonos a los ojos, deseando poder estar en su misma cama, le dije secamente que no la había olvidado, que no la he dejado de amar y que estaba enamorado de ella, que me perdonara por todas las pésimas actitudes que tuve con ella y que, por favor, pensara en mí, en nosotros, en que dejara a un lado su relación y que definiera su vida por mi. Claro que no supo que decir en ese momento, me mostró que me quería matar, que quería esconderme mil metros bajo la tierra, que tengo la culpa de no haberlo dicho a tiempo y que sentía la vida encima, sin embargo, lleno de una emoción que no dejo que durmiera tranquilamente, noté que no le desagradó lo que le dije, asumí en ese momento que ella sentía algo parecido. Seguimos hablando y echando en cara cosas que no nos gustaron uno del otro, si hubiese sido debate, perdería en todos aspectos. Ella mencionó mucho la cuestión de los tiempos, no habíamos coincidido en nada. Nos tomábamos de la mano, ella en una cama y yo en otra, pero sentí que nos separaba un abismo de lo que realmente quería que sucediera en ese momento. Quería brincar a su cama en acto raudo, tomarla por la cintura y besarle cada centímetro de su delicia de piel, olisquearle todo cuello y cabello, pasar mis labios por cada punto en el que pudiera ella sentir el fuego inmenso que sentía dentro de mí, tocar con mis manos cada curva que contonea su cuerpo hasta que con cada caricia tuviera un orgasmo, sentir toda su humedad con mi boca y poder beber de ella cada mililitro de sudor que expida, hacerle el amor hasta que la luz del día nos cubra y nos lleve a un sueño tranquilo donde podamos descansar hasta poder volver a comenzar todo, de nuevo.


Hoy en día, continúo peleando por ella, continúo peleando porque la relación se convierta en mi vida rutinaria, la vida que quiero que levante toda expectativa que he planeado. Quiero que ella se convierta en mi compañera de vida, en mi compañera de alma, aunque suene algo precipitado, quiero que sea la copla para crear una familia que llenaría mi vida. Por mientras, mí única y mejor opción que tengo es que sea mía solo de 3 a 5:30, mientras llego a la meta que me planeo objetivamente. Suerte para mí.
















-Fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario